Un anime que estuvo en la infancia de muchos. Saltó de la tele al patio de juego. Muchos recuerdan los trompos que están atados a batallas épicas del anime: imposibles de reproducir pero siempre pegadas a la mente.
La primera temporada del anime comenzó su emisión en el 2001, con 51 episodios; basados en el manga de 1999, Bakuten shoot Beyblade. La animación fue tan popular que la compañía Takara Tomy desarrolló una línea de Beyblades, accesorios y estadios. En el momento en que alcanzó su punto más alto de popularidad, Hasbro compró los derechos para poder distribuirlo afuera de Japón. De esa manera, muchos lograron tener un beyblade de metal con plástico costoso; agradézcanle a Hasbro por sus trompos de la infancia.
La historia se centra en las batallas Beyblade: ganar para demostrar quién es el mejor Bey-luchador. El personaje principal, Tyson, comienza a luchar y superar a cualquiera que se enfrenta a él. Logra participar en el campeonato mundial de Beyblade donde pelea contra los mejores Bey-luchadores que también poseen bestias bit (espíritus de criaturas milenarias en los beyblades).
La aventura de Tyson de participar en el torneo mundial, presentando a Japón, se ve apoyada gracias a los amigos que hizo en el camino. Es así como se narra una historia fluida y fácil de llevar el hilo; por lo que todos pueden disfrutar los 51 episodios, si quieren volver a ver lo que miraban en la infancia.
En el anime los personajes se mantienen en la misma edad con la que empezaron la serie, porque el centro de atención no es la historia de los personajes sino las batallas. Sin embargo, sí mencionan las historias de algunos personajes y la relevancia que tiene en los enfrentamientos, aunque sigue sin ser el foco de atención. Por otra parte, los villanos que se presentan en el camino, al principio de los enfrentamientos, suelen ser más poderosos que los principales; pero los héroes vencen a los malvados al último momento.
En cuanto a la animación, para ese entonces era buena y ha ido mejorando con las siguientes temporadas que han sacado de la serie. Podría recomendarla como una espontanea visita a la infancia, o, por qué no, una maratón de “¡let it rip!”.
Lucy González
